XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
18 de agosto de 2024
Coman de mi pan, beban el vino que he mezclado
Lectura del libro de los Proverbios. Pr 9,1-6
La sabiduría se ha hecho una casa,
ha labrado siete columnas;
ha sacrificado víctimas,
ha mezclado el vino
y ha preparado la mesa.
Ha enviado a sus criados a anunciar
en los puntos que dominan la ciudad:
«Vengan aquí los inexpertos»;
y a los faltos de juicio les dice:
«Vengan a comer de mi pan,
a beber el vino que he mezclado;
dejen la inexperiencia y vivirán,
sigan el camino de la inteligencia»
V. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Sal 34(33),2-3.10-11.12-13.14-15(R. cf. 9a)
R. Gusten y vean qué bueno es el Señor.
V. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
V. Todos sus santos, teman al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecerán y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
V. Vengan, hijos, escúchenme:
los instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?. R.
V. Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella. R.
Ef 5,15-20
Dense cuenta de lo que el Señor quiere
Hermanos:
Fíjense bien cómo andan; no sean insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos.
Por eso, no estén aturdidos, dense cuenta de lo que el Señor quiere.
No se emborrachen con vino, que lleva al libertinaje, sino déjense llenar del Espíritu.
Reciten entre ustedes salmos, himnos y cánticos inspirados; canten y toquen con toda el alma para el Señor.
Den siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
V. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 6,51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de sus padres; que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
V. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
El valor nutricional del Pan Vivo
Continuamos con el discurso del Pan de vida que San Juan nos ha venido transmitiendo en el capitulo 6 de su escrito, como Palabra de Dios viva, porque ya sabemos que dicha Palabra es el anuncio de Cristo resucitado, Pan vivo bajado del Cielo.
A estas instancias del recorrido en el camino de la fe, este alimento celestial debe estar teniendo el efecto que se espera en una comunidad que se reúne a la fracción del Pan partido único para ser compartido, que la anima a comprometerse con un testimonio de vida coherente que manifieste el dinamismo sacramental en la existencia especialmente el eucarístico.
Este discurso del Pan de vida se puede tornar en la repetición de la repetidera, si nos quedamos solamente en las palabras escritas, pero no le hacemos resonancia en el corazón, el manjar perderá su sabor de exquisites espiritual y se volverá insulso y si la sal pierde su sabor con qué la salaran, por lo tanto, la Oración tiene que ser el ingrediente más abundante que le de sentido al caminar de creyentes.
El mundo y nuestro entorno social, se encuentra desnutrido en el alma y el espíritu, la lejanía de la presencia de Dios está llevando a los seres humanos a una postración que refleja ese grado de inanición en el cual está cayendo la humanidad, victima de tanta violencia e injusticia causada por aquellos que solo se alimentan de lo que les sacia el ansia de poder, sustentado en las riquezas que ambiciona la codicia humana.
Necesitamos ir más allá de la celebración de misas y hacer del encuentro con los otros una verdadera Eucaristía, donde reine el Amor que derrama en nuestras vidas el cuerpo y la sangre gloriosos de Jesucristo bajado del Cielo, del que nos alimentamos en cada celebración de la Misa.
La esperanza en la resurrección es el aliciente que nos debe animar a buscar el alimento imperecedero, que esta siempre disponible para todo el que sintiendo hambre y sed de justicia no se niega la posibilidad siempre nueva de sentarse a la mesa de los pecadores a compartir la cena que recrea y enamora, que nos garantiza el vivir para siempre.
Que este mensaje que el evangelista Juan pone en boca de Jesús auto manifestándose como el Pan de vida, permita que en el corazón de los seres humanos anide la esperanza siempre nueva de vivir conforme al querer de Dios al revelarse en su Hijo muy amado, que no es otro sino amarnos los unos a los otros, viviendo reconciliados y siendo solidarios con las realidades de los más sufrientes que va dejando esta cruenta situación de desorden mundial que pareciera no tener fin.
Que el Pan de la Eucaristía nos nutra todos y nos consolide como hermanos en un mismo Padre que nos quiere reunir a todos como la gallina a sus pollitos bajo sus alas para el goce de la vida eterna.
Fray Luis Alberto Vergara, OCD.