Semana XVI del Tiempo Ordinario
23 de julio de 2023
Concedes el arrepentimiento a los pecadores
Lectura del libro de la Sabiduría. Sb 12,13.16-19
Fuera de ti no hay otro Dios que cuide de todo,
a quien tengas que demostrar que no juzgas injustamente.
Porque tu fuerza es el principio de la justicia
y tu señorío sobre todo te hace ser indulgente con todos.
Despliegas tu fuerza ante el que no cree en tu poder perfecto y confundes la osadía de los que lo conocen.
Pero tú, dueño del poder, juzgas con moderación
y nos gobiernas con mucha indulgencia,
porque haces uso de tu poder cuando quieres.
Actuando así, enseñaste a tu pueblo
que el justo debe ser humano
y diste a tus hijos una buena esperanza,
pues concedes el arrepentimiento a los pecadores.
V. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Sal 86(85),5-6.9-10.15-16a (R. 5a)
R. Tú, Señor, eres bueno y clemente
V. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R.
V. Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios. R.
V. Pero tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí. R.
El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. Rm 8,26-27
Hermanos:
El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
V. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor
Déjenlos crecer juntos hasta la siega
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. Mt 13,24-30 (forma breve).
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
´Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?´.
Él les dijo:
´Un enemigo lo ha hecho´.
Los criados le preguntan:
´¿Quieres que vayamos a arrancarla?´
Pero él les respondió:
´No, que al recoger la cizaña pueden arrancar también el trigo. Déjenlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla, y el trigo almacénelo en mi granero´».
V. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
«Esperemos hasta el final»
En este XVI domingo del tiempo ordinario, la Iglesia nos presenta tres parábolas con un propósito educativo innegable. Como cristianos, estamos llamados a percibir y comprender el auténtico objetivo que Jesús tenía al instruir a sus discípulos, y que hoy busca instruirnos a nosotros. Se nos invita a cultivar y discernir en nuestra existencia cotidiana, a fin de alcanzar un estado de plenitud, inmersos en un vínculo profundo y transformador con el misterio de Dios.
Las parábolas desvelan un proceso que necesita de un cuidado intensivo hacia nuestro interior; como bien apuntaba San Juan de la Cruz en su tratado de la suma perfección. En el transcurso de nuestra vida existe una gran posibilidad de que lo adverso busque confundirnos y desfigurar el sentido primordial de nuestra existencia: ser fecundos y dar frutos. Por lo tanto, es fundamental cultivar nuestra alma en la virtud y en el bien. Este cultivo nos permitirá, al final de nuestro recorrido, disfrutar de plenitud en nuestra realización personal.
Miremos de cerca cómo la cizaña, como un símbolo de la realidad opuesta al Bien, siempre está presente en la experiencia humana. Se entrelaza en nuestra voluntad, crea raíces en nuestra conciencia emocional, y puede nublar nuestro juicio y nuestras decisiones en relación a nuestro desarrollo humano. Esto puede ser representado simbólicamente a través de la búsqueda desmedida del poder, la ambición y la avaricia, el materialismo desenfrenado, y la falta de profundidad en nuestra reflexión personal.
No obstante, las parábolas del grano de mostaza y de la levadura nos revelan el sentido de crecer y fermentar para multiplicarnos, respectivamente. Ambas nos muestran nuestra capacidad de superación personal, invitándonos a dejar de lado lo adverso que limita y resta a nuestra humanidad. Nos exhortan a ser buen fermento que funda una colectividad, ya sea en nuestra familia, nuestra comunidad o la Iglesia.
En conclusión, “Esperemos hasta el final” no es simplemente una invitación a la paciencia, sino un llamado profundo a cuidar de nuestro crecimiento espiritual. Al igual que el Agricultor que espera pacientemente a que la semilla dé fruto, estamos invitados a cultivar nuestra vida espiritual con la misma dedicación y esmero, a pesar de las dificultades y tentaciones. La espera tiene su recompensa y, a pesar de las adversidades, la promesa de una cosecha abundante está al final de nuestra jornada. Así, cada uno de nosotros puede llegar a ser un grano de mostaza que crece hasta convertirse en un gran árbol, o la levadura que hace fermentar toda la masa. Recordemos siempre que el Reino de Dios está dentro de nosotros, esperando a ser cultivado, a ser descubierto, ya dar frutos de amor, paz y justicia.
Fr. Eliber de la Cruz, OCD