III Semana de Cuaresma
03 de Marzo de 2024
El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe
Lectura del libro del Génesis. Gn 22,1-2.9a.10-13.15-18
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán.
Le dijo:
«¡Abrahán!».
Él le respondió:
«Aquí estoy».
Dios dijo:
«Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré».
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña.
Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!».
Él contestó:
«Aquí estoy»
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo: «Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y te multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».
V. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Sal 19(18),8. 9.10.11 (R. Jn 6,68c)
R. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes. R.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.
El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.
Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres; pero para los llamados es sabiduría de Dios.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 1Co 1,22-25
Hermanos:
Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados -judíos o griegos-, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
V. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré
Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 2,13-25
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quiten esto de aquí: no conviertan en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo.
Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.
V. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
No tendrás otros dioses fuera de Mí
Vamos avanzando en este tiempo de cuaresma con esta tercera semana. Tiempo que iniciamos con el miércoles de ceniza. Un tiempo cuyo énfasis se fundamenta en tres palabras: ayuno, limosna y oración. Cada palabra va encaminada a hacer de todo el pueblo cristiano y de manera especial de nosotros carmelitas descalzos a entrar en una finura, a una consolidación más fuerte respecto a nuestra relación con Dios. Es abrir camino más claro a la habitación de Dios en nosotros contrarrestando las fuerzas oscuras del maligno que se empecina en opacar nuestra mirada y nos impide reconocer al Dios vivo, al Dios que nos quiere libres solo para amarlo y adorarlo a Él.
En la primera lectura del libro del Éxodo, primeros versículos son claro: “Yo Soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí”. Enfatizo: NO TENDRÁS OTROS DIOSES FUERA DE MÍ, dioses que impiden transparentar la acción de Dios en nosotros; dioses que son mentira, dioses que nos desvían y que hace que desviemos a otros de los caminos de Dios que quieren ver y sentir la presencia divina en nosotros. Sin duda alguna todavía hoy nos es difícil hacer visible a ese Dios en nuestra vida y con nuestra vida, porque aún seguimos en metidos en “casa de esclavitud”, egoísmo, vicios, vanidad, fabricamos nuestras propias “esculturas” y nos arrodillamos ante ellas. San Pablo en su primera carta a los Corintios, ¿qué buscan o exigen los Judíos? signos, ¿Qué buscan los griegos? Sabiduría. No dicen que buscan a Dios, se buscan así mismos. Pero nosotros predicamos a Cristo Crucificado, es decir, predicamos al Cristo que crucificó el mal con su muerte, crucificó todo lo que no es Dios, predicamos ese triunfo de Jesús, pero nosotros seguimos crucificados por el mal, esa fuerza llamada Satanás que sigue oprimiendo con su poder a este mundo de los hombres.
Jesús sigue purificando, limpiando, con la fuerza de Dios que lo habita, tantos males que siguen opacando ese verdadero templo donde Él quiere habitar.
“… Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas, palomas, y a los cambistas sentados y haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del Templo”. Solo el Señor y solo Él, puede echar, expulsar, purificar el templo de nuestro corazón, dejemos que entre con su fuerza, dispongamos nuestro corazón al paso de Jesús por nuestra vida. Él viene, él pasa limpiando, sanando, haciendo de cada una de nuestras vidas, vidas excelentes, extraordinarias, nos levanta de nuestras miserias. Hoy el Señor nos dice a cada uno de nosotros: Haz de tu vida una vida con sentido, expulsa tanta basura de tu corazón, de su mente. Aleja dioses que te has fabricado, aleja bueyes, ovejas, palomas que no permiten hacer del templo del Señor un real espacio de oración.
Dejemos la vida ordinaria y entremos en la vida extraordinaria de los hijos de Dios. Ese mismo que un día nos sedujo para regalarnos este ministerio tan sublime como el sacerdocio y cuántas veces lo pisoteamos, nos hizo sus servidores y terminamos sirviendo a otros dioses, nos llamó desde el Bautismo para ser sus hijos adoptivos y terminamos siendo hijos bastardos de todo aquello que desfigura nuestro ser de cristianos y de ministros del Señor. Ese, que fue capaz de vencer a Satanás, príncipe del mal, príncipe de la mentira y, terminamos sirviendo al mal, que nos desvía de la luz eterna que es Cristo único y verdadero templo de Dios. Que el Señor nos ayude a todos a servirlo con limpieza de corazón. Despertemos hermanos para ser verdaderos “Templos” y “Casas de Dios”.
Dios les bendiga.
Fr. Ovidio de Jesús, OCD.